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Corazón impregnado de bandadas
de gaviotas marinas por el cielo,
en el cenit tus ansias silenciadas
serpentean como olas sin consuelo.
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El suspiro del sol con sus rosadas
explosiones de luz alzó su vuelo,
y, en su negra prisión, las marejadas
se disputan la pena de tu anhelo.
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El ocaso se anuda a tu tristeza
en la tarde dorada que se esfuma
como vela de altivo bergantín.
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Su lejana visión y su belleza
rememoran la huella de la espuma
que retorna y se aleja en el confín.
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Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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