viernes, 27 de diciembre de 2013

Pies de Luna




Pies de Luna


La vela apagada solo reconoce tu voz.
Baja las escaleras
el pie que me enseñó a caminar,
como un árbol
que desdeña la fuerza de los vientos.

Quiero recordar
con hambre de ternura
aquella angustia húmeda
que me diste del pecho,
buscar tu viva imagen,
llevarte tus sandalias
tan solo por mirarte vestir tus pies de luna.

¡Qué cálida tu risa!
su luz de hierbabuena
era ya sin saberlo
la flor de mi añoranza.

Inmóviles tus ojos
hoy tiemblan a mi lado;
esta mortal ausencia
como vestal de bruma
no puede compararse
al brillo temperado que me daban tus manos.

Hasta el último vuelo
mi carne que es tu carne,
sostiene en la penumbra
el albo de tu aurora.

Te he besado en la frente
¿lo habrás sentido madre?



Mardy Mesén R.
Derechos Reservados.

Hijo mío





Hijo mío    


Desde mi cuerpo
en la casa de mi juventud,
escuché tintinear la campana de tu voz.

Por las recónditas orillas
de mis venas
te adiviné ternura,
te velé con suspenso,
esperando enlazar a mi vida
tu mano diminuta.

Y mi sangre
mecía tus latidos,
hijo del alba
y de la herida,
corona de mis pétalos
y espinas.

Arrullándome de ti
olvidé mis sombras,
su brisa fúnebre,
olvidé el cansancio de la niebla
para ser mudanza de amor,
hoja de felpa,
gruta del diamante encarnado
que espera por el pecho
 y por la tierra.

Hijo de la hoguera y del ímpetu,
del océano dormido en mi murmullo,
con el azul de mi savia,
con el calostro del ámbar,
con el grito de mi vientre,
te bendigo.



Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

viernes, 13 de diciembre de 2013

Nereida (soneto)



Nereida



Tras la hiedra del bosque soberano,
en la fronda, la Mélide hechicera,
ha logrado robar mi primavera
dejando su perfume por tu mano.

Adjuntándose a ti, en lo inhumano,
como una maldición que el tiempo hubiera
llevado hasta la mórbida pradera
despertando tu impulso más profano.

¡Oh Nereida de mares refulgentes!
que invades de emoción al marinero,
devolvedme su danza y su belleza.

Y a la ninfa de besos indecentes,
que, incita su desquicio prisionero
sumérgela en mi mar de la tristeza.


Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Pálido Reflejo





Pálido Reflejo


¿Quién puede ser aquel que ya no existe?
¿dónde se van las vanas ilusiones?
Un eco aspira el aire que me asiste
y  hay un dogal que me ata a sus rincones.

La dulce voz, el amor que seguiste,
hoy es penar de las desolaciones,
y en un altar guardado se desviste
el  luto gris de las rotas pasiones.

Sombra letal que hoy mi verdad saluda
espejo cruel tan áspero y tan leve
como una sierpe pálida y sañuda.

A ser feliz mi piel ya no se atreve,
atrás quedó mi juventud desnuda
como una flor que sepultó la nieve.



Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

Frente al Espejo





Frente al Espejo


Me invento
mientras la hora clava su descanso
sobre el mutismo.
Hay por estas geografías de la carne
un verbo ya olvidado,
un versículo al silencio
que me impide abandonar
la ciudad de mi piel.
 
Tan solo soy un gesto
de aquella inquieta llama.
Su evocación
me enciende
con una agonía
que no puedo evadir.

Quiero lanzarme en su hoguera
y  sorprender a las dudas,
quiero un eclipse suicida
donde me absuelva la sombra
rotunda,
permanente,
que ha acompañado mis pasos.

Ella,
la voz de mi reflejo,
me dice que soy alguien
que ya no reconozco.


Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

domingo, 1 de diciembre de 2013

La Casa






La Casa



No puedo
disfrazar de versos
mi frontera.
Darle un contorno
similar a tu silueta
mientras la casa se desmorona.

Yo la observo,
desde el umbral insuperable de la ausencia.
Sus vigas desahuciadas
reclaman el vigor
de antiguos placeres.

Ella y yo
hemos hecho un paréntesis
al hálito del mundo
ancladas a la ronda del silencio.

Ella como un galeón
en este puerto umbroso,
y yo, como su único pasajero,
esperando llegar
al olvido más cercano.


Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

jueves, 21 de noviembre de 2013

Soledad






Soledad    


Una sequía responde
al llamado del alma,
germina en la oquedad
de mi presencia.
El verso desfallece abriéndose paso
en la humedad del recuerdo.

Soledad,
déjame tu sosiego
como una perla gris
en la palma de mi mano.

Aguárdame,
 en la fosa disoluta
donde el latido olvida su lenguaje
y se desgarra el luto de las horas.

Un bosque ya se anuda a mi garganta,
me abruma su presencia
imponderable,
extiende por mi cuerpo su follaje
y me cubre de ausencias
y de ramas.

Soledad,
se ha quebrado mi última palabra.





Mardy Mesén R.

Derechos Reservados
•Copyright ©