domingo, 19 de enero de 2014

A un trino en flor (Silva)




A un trino en flor (Silva)




Trino que fue candil de mi mañana
rendido hacia la luz,
¿Adónde brillará tu oda temprana
mientras el sol despunta por la cumbre?
La bóveda celeste de este cielo,
donde tu grácil voz se hizo costumbre,
no apresará ya más tu triste vuelo.
Ave de aquel jardín de primavera,
una lanza perdida,
dejó tus alas muertas a mi vera
y en mis brazos tu adiós sin despedida.
Revoloteando estás en el follaje,
tras el verde ciprés,
con tus plumas añil que en el paisaje
vespertino presencio.
Y el roble que anidó tu fiel ternura
es cenotafio en flor, es sepultura
de este céfiro gris de mi silencio.



Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

Esposo (Soneto alejandrino neomanierismo Rubén Darío)



Esposo





Es como el sol de oriente, dorado y luminoso,
como el celaje presto al azur del momento
que desnuda su esencia con tembloroso acento
y deja entre mis manos su acento tembloroso.

Domador del silencio, de mi ilusión, esposo,
como un faisán perdido por el salón, atento,
es tu boca de fuego la flor de mi alimento
y el vino de tus labios cardumen espumoso.

Nuestra estancia de mármol con lirios imperiales,
blancas las servilletas y los mejores vinos,
se viste con las viandas de los juegos nupciales.

Y al son de las campanas de brillos ambarinos,
se deleita mi alma con las mieles florales
anclada al esmeralda de tus ojos divinos.



Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

martes, 7 de enero de 2014

Jardín Perdido




Jardín Perdido


Siguen mis esperanzas sin razón
en un jardín perdido y olvidado,
como un eco que absorto en el pasado
me ahoga en el silencio y su prisión.

Es una llama extinta el corazón,
es yesca de un amor ya calcinado,
cual espejo de un sol que se ha apagado
y ha roto de la espiga la ilusión.

Un llanto peregrino, “affaire” del viento,
mira mi pesadumbre y mi tristeza
y riega con sus ojos mi lamento.

Ya lejos de tu piel siento flaqueza,
y en el oscuro altar del sentimiento
mi fe quiere olvidarte…y luego reza.


Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©

Mi suegra




Mi suegra


¡Vaya por Dios!- me dice- retadora,
¿porqué cambiaron tanto las mujeres?,
lo que vale en el mundo es ser señora
y no vivir pensando en los placeres.
Hoy todas quieren ser ejecutivas
y hasta se quedan sontas por altivas.

-“Al hombre hay que tratarlo con ternura,
y no darles dolores de cabeza,
así no sea un dechado de dulzura
guardadle en la nevera su cerveza.”-
Mi suegra sabe tanto de señores
que más vale escucharla sin temores.

Hasta que llega el suegro, sigiloso,
rumiando su desánimo de abuelo,
y en su abrazo de amado y fiel esposo
deja caer dos viagras por el suelo.
¡Y mi suegra que habló sin intervalos
ya sin más que decir lo muele a palos!

Mardy Mesén R.
Derechos Reservados.

Mujer




Mujer


Llevo el destino propio de mi carne,
me anuncio como un pájaro,
como un animal nuevo,
que camina entre abismos y entre escombros.
Un beso me perfuma
y el paso titubea
sembrando mil preguntas:
¿Es ella mi cansancio?
Esa mujer de arena
perdida entre las rutas de la sangre.

Ella,
que nace de mi espíritu
de duna anochecida,
que ha derrumbado el sol,
o el sordo viento sirio;
ella, cual osamenta tendida al cautiverio,
mirándome con pena,
con orgullo olvidado,
con ese grito ignoto
clavándose en mi cuello.

Ella al borde del hambre,
ella al borde del miedo,
con hollín en el vientre
y un plato maloliente donde comer un sueño.
Es la mujer que acusa de herejes mis sentidos
con su rostro de tumba
y un niño en las costillas,
hablándome de frente
con rojas cicatrices.

En ese baile oscuro
ella canta mi nombre,
me mira recelosa
con su torso doblado,
con su burka de olvido.
Es ella la que planta
un eco en mis entrañas
y ha colgado en mi mano,
como un mortal grillete,
su pálida esperanza.



Mardy Mesén Rodríguez
Derechos Reservados.
•Copyright ©

jueves, 2 de enero de 2014



Edelweiis (romance)



Edelweiss, que en el monte
perfumas mi nostalgia,
déjame que te sueñe
mientras el sol te abraza.

Humedad de pistilos
esperan siempre al alba,
y es tuya la inocencia
y es mía tu fragancia.

¡Oh, nube que te alejas,
cautiva de esperanza!
blanca como sus pétalos,
fiel como mi mirada,

llévame al firmamento
con tu tersa mortaja,
dame lumbre de aromas,
de viento, dentelladas,

y entre tus verdes hojas
deja caer mi alma,
como si fuera un soplo
que quiso ser palabra.



Mardy Mesén R.
Derechos Reservados
•Copyright ©