Mis celos
En el sordo laberinto
siento los celos del alma,
es mi culpa que se asoma
con ligereza macabra,
como insulsa aventurera*
quien se quedó soberana
de mi cordura de antaño
y de toda mi templanza.
En el insomnio perenne
de sus inmundas patrañas,
muero en la cruel conjetura
cuando mi hombre se marcha,
ese terrible infortunio
que a solas en nuestra cama
es la verdad sensitiva,
del luto de mi almohada,
donde un cielo anubarrado
hasta mis senos se abraza.
Mardy Mesén R.
Derechos Reservados.
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