Final (III Entrega de Octavas)
I
En la tarde postrera de mi vida
solo hay llanto de humildes amapolas,
deja un rastro de sol su dulce huída
y un silbido de mar de caracolas.
Las estrellas se esconden enseguida,
despojando del cielo sus aureolas,
y dejando un estero luminoso
para mi corazón menesteroso.
II
Beso el labio de tu alma itinerante
y me fundo en tu piel, celeste abrigo,
que quisiera del miedo alucinante
revelarse con ímpetu enemigo.
Más me abraza tu sangre desbordante
como un lecho de miel y de castigo;
y perdido en el fondo del abismo,
parto lejos de ti, y de mí mismo.
III
Si después de perderte me he perdido,
ya no quiero saber si me quisiste,
si después de dejarme desvalido
fue mentira el cariño que me diste,
solo quiero entender lo que no he sido
y dejarte saber que lo que hiciste,
fue solo un espejismo del infierno
una gota de lluvia en pleno invierno.
IV
Es lo malo de andar muy apurado
de correr y correr en todo el día,
la desgracia se adjunta con el hado
y te cobra muy caro la osadía
por el tiempo que tarde has empeñado,
en cuidar tu salud y tu valía.
¡O te calmas y cambias todo un poco,
o terminas la vida enfermo y loco!
Derechos Reservados
Mardy Mesén R.
I
En la tarde postrera de mi vida
solo hay llanto de humildes amapolas,
deja un rastro de sol su dulce huída
y un silbido de mar de caracolas.
Las estrellas se esconden enseguida,
despojando del cielo sus aureolas,
y dejando un estero luminoso
para mi corazón menesteroso.
II
Beso el labio de tu alma itinerante
y me fundo en tu piel, celeste abrigo,
que quisiera del miedo alucinante
revelarse con ímpetu enemigo.
Más me abraza tu sangre desbordante
como un lecho de miel y de castigo;
y perdido en el fondo del abismo,
parto lejos de ti, y de mí mismo.
III
Si después de perderte me he perdido,
ya no quiero saber si me quisiste,
si después de dejarme desvalido
fue mentira el cariño que me diste,
solo quiero entender lo que no he sido
y dejarte saber que lo que hiciste,
fue solo un espejismo del infierno
una gota de lluvia en pleno invierno.
IV
Es lo malo de andar muy apurado
de correr y correr en todo el día,
la desgracia se adjunta con el hado
y te cobra muy caro la osadía
por el tiempo que tarde has empeñado,
en cuidar tu salud y tu valía.
¡O te calmas y cambias todo un poco,
o terminas la vida enfermo y loco!
Derechos Reservados
Mardy Mesén R.
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