LA RUTA DEL VERSO
Aún no teje el viento mi última palabra,
el corazón es un torrente
que escapa por los labios,
llevado al esbozo de su esencia
como un lirio despierto y perfumado.
Un vuelo de lejanía
separa al horizonte del follaje,
enciende sobre el mundo
la voz del astro,
candil bajo los poros
epígrafe de fuego en geografía.
Y aquí,
aprisionada de versos
se duermen las pestañas
y queda un misterio de ausencia,
un símil a la flor de mi desvelo
que lleva la inquietud por tegumento.
Me despierta su forma,
vocablo de una marcha displicente
cual roce inusitado de la luna,
y mi casa sin puertas ni ventanas
le espera en la colina de las horas.
Afuera yace el rastro de la alondra,
el musgo de la tarde
lleva dormido al sol dentro del pecho
y en ruta del silencio van las sombras.
Fluye como dádiva celeste
aquel poema escrito en la mirada,
en una forma exacta y licenciosa
agónico y preclaro va su aliento
esperando la impronta de su nombre.
Y en la tersa colina de los sueños
he abierto los visillos de la noche
donde un papel en blanco se desnuda
y espera por la rosa de los vientos.
Aún no teje el viento mi última palabra,
el corazón es un torrente
que escapa por los labios,
llevado al esbozo de su esencia
como un lirio despierto y perfumado.
Un vuelo de lejanía
separa al horizonte del follaje,
enciende sobre el mundo
la voz del astro,
candil bajo los poros
epígrafe de fuego en geografía.
Y aquí,
aprisionada de versos
se duermen las pestañas
y queda un misterio de ausencia,
un símil a la flor de mi desvelo
que lleva la inquietud por tegumento.
Me despierta su forma,
vocablo de una marcha displicente
cual roce inusitado de la luna,
y mi casa sin puertas ni ventanas
le espera en la colina de las horas.
Afuera yace el rastro de la alondra,
el musgo de la tarde
lleva dormido al sol dentro del pecho
y en ruta del silencio van las sombras.
Fluye como dádiva celeste
aquel poema escrito en la mirada,
en una forma exacta y licenciosa
agónico y preclaro va su aliento
esperando la impronta de su nombre.
Y en la tersa colina de los sueños
he abierto los visillos de la noche
donde un papel en blanco se desnuda
y espera por la rosa de los vientos.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
Derechos Reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario