La duda proverbial
emigra a la vieja escuela del silencio
y hace un pacto de sangre con los miedos.
El bostezo de la suerte en mi regazo
despide nauseabundo
a las córneas proscritas de mi alma.
¿Qué ufana maldición cruza a mi orilla?
Esta dicha vencida
me acicala de preguntas,
rompe los huesos de mi infortunio,
como vestal de terciopelo
abraza la mansedumbre de mi estigma.
Soy bocado de la bruma,
una flor miope, desnuda,
sembrada en las cenizas,
mordiendo su raíz de penitente,
en cenotafio fortuito
tras la erupción implacable de la muerte.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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