al llamado del alma,
germina en la oquedad
de mi presencia.
El verso desfallece abriéndose paso
en el solsticio del recuerdo.
Soledad,
déjame tu sosiego
como una perla gris
en la palma de mi mano.
Aguardame en la fosa disoluta
donde el latido olvida su lenguaje
y se desgarra el luto de las horas.
Un bosque ya se anuda a mi garganta,
me abruma su existencia imponderable,
extiende por mi cuerpo su follaje....
y ahora soy de ausencias y de ramas.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
Derechos Reservados
•Copyright ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario