Ciego (soneto isabelino)
Al miedo doy mi forma, mi impotencia,
temo que el lobo salte y de un bocado
diluya entre sus puños mi existencia,
es cual herida abierta en mi costado.
No hay vida ni esperanza en nuestra casa,
solo dolor por cena y por almuerzo,
mientras lloro en silencio el tiempo pasa
y a cada intento inútil doy mi esfuerzo.
Serás eternamente un agresor
sin importar mi ruego y mi caricia,
violenta es la respuesta del temor
que arde en tus ojos ciegos de justicia.
No hay nadie que merezca tal castigo,
prefiero ser feliz a estar contigo.
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Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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