En la suprema cumbre de una roca
que del mar sobresale a lo infinito,
lanzo al viento y al mar mi oculto grito
desde el acantilado de mi boca.
A tientas con mi fe, mi pecho invoca,
ruega hambriento de luz y ya contrito,
que se acabe el horror de lo inaudito
y el oleaje brutal que lo sofoca.
Mas es mi triste ruego tan precario
que no hay eco, ni sal, ni arena en los
celestes espejismos que presencio.
Áfono es mi sollozo solitario,
un pájaro sin alas y sin Dios
que vuela únicamente entre el silencio.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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