miércoles, 10 de enero de 2018
EL REDENTOR
Hablábale al dolor, y se decía
que era sabio, hermeneuta y artesano,
que sanaba tan solo con su mano
a quien la cruel dolencia maldecía.
Iba su amparo en pos de una utopía:
redimir al esclavo y al profano,
espiritualizar a quien en vano
buscó y no halló en el mundo la alegría.
Con una cruz encima de sus hombros,
ungió al desierto, al mar, a los abismos
más profundos del hombre y su tristeza.
Sigue siendo el mayor de los asombros,
el quid de innumerables silogismos,
que halle paz y consuelo quien le reza.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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