martes, 17 de mayo de 2016
TRAS LA SOMBRA DE UN COMETA
TRAS LA SOMBRA DE UN COMETA
Tras la sombra de un cometa,
en espacios siderales,
mis dos ojos invernales
observaron su silueta.
Era de un triste planeta
y su boca silenciosa
me mencionó recelosa:
“está en tus manos tu anhelo,
te ofrezco el cosmos, el cielo,
mas tendrás que ser mi esposa”
Y, en su pálida figura,
yo fraccioné mi reflejo,
vi en su diáfano cortejo
una infernal hermosura.
Su alma insidiosa y oscura
incendió mi corazón,
y bailé a su ritmo y son
con un placer temerario,
él fue el dios de mi escenario
en su reino de algodón.
Era su mundo distinto,
de un vacío impenetrable,
mi alma dócil y permeable
se internó en su laberinto.
La luna ya en su recinto
trajo a mi trémula mano
su enigmático y cercano
magnetismo de dolor;
toda luz, todo color,
fui a su cáustico pantano.
Las nebulosa pradera,
cubierta de nieve y nata,
fue como un cirio de plata
que arrulló nuestra quimera.
Y, en sus brazos, prisionera,
fui piel de estrella y murmullos;
lentamente mil capullos,
fueron tálamo y portal,
y, en un lecho celestial,
el amor nos hizo suyos.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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