viernes, 20 de mayo de 2016

MONASTERIO DE LA MUERTE




MONASTERIO DE LA MUERTE



Al pie de los relámpagos boreales,
fiel a mis convicciones me presento,
tras las murallas mudas y mortales
de la vieja abadía y su convento.
Entre los olvidados de la suerte,
los ábregos invictos de la muerte,
se aprestan al desgarro en sus entrañas;
me interno en la prisión de inquisidores,
en la pálida piel de estas montañas,
para invertir un nudo de temores.
Arrastran las borrascas mundanales
el fuego más corrupto y lapidario
en la trémula luz de sus fanales
y el empedrado valle solitario.
Mi alma que ha descansar no se convida
sospecha del maléfico castigo,
pierde aquel que lo encuentra toda vida,
muere sin santo indulto y sin abrigo.
Reviso el mar de pruebas y de escombros
en el sancta sanctorum de la luna,
pero la infiel misión sobre mis hombros
pesa como jamás pesó ninguna.
Ni el voto de pobreza franciscano,
ni el hábito de fe benedictino,
ni el hálito sagrado que redime
tienen la potestad de este gusano,
de este infernal parásito asesino
que bebe de su sangre y les exprime.
Es la mortal e infecta sanguijuela
quien los mata en silencio sin que duela.



Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
Derechos Reservados.
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