A Angel Cazorla
Como si un sol cantase en la rama del verso,
y en gotas de rocío desnudara su alma,
así te observo siempre, con nocturna distancia,
y leo tus poemas con egregio embeleso.
En tu ciudad perdida se agitan mis silencios,
dialogan con la luna mis ojos por Terrasa,
y en la herencia maldita de Juan Villegas Parra
se perfilan las lumbres de tu rostro viajero.
Brota en tu voz la esencia que le dicta el encanto
al verbo caprichoso que alimentó tu herida,
como vestal intacta sobre el papel en blanco.
Sobre tus fieras alas, que el tiempo no corrompe,
la más preciosa estrella del cielo de Almería
brilla con luz suprema en “Sonetos al Hombre”.
(Soneto alejandrino asonante)
Mardy Mesén R.
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