domingo, 5 de marzo de 2017
AGORERO
Tan mal he vivido, tan mal y por tanto
tiempo que me exijo aceptarme grave;
me enfermé de miedo, me encerró con llave
su acecho preciso, su fatal espanto.
.
¡Malditas visiones de agudo quebranto!,
mi infame miseria es como aquel ave
que añora en sus alas la caricia suave
de la brisa leve, que perdió su canto.
.
Y sí, lo confieso, un miedo imprevisto
explotó en mis venas con pálido estruendo,
y en nada me ayudan ciencia ni verdad.
.
En su cruz clavada, soy su propio Cristo,
un alma sensible, mártir estupendo;
todo el miedo cabe en mi humanidad.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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