Oquedades
Tiembla la bruma al borde del güitite,
y la oquedad se esconde entre la aurora,
hay un silencio gris en esta hora,
y es el ayer quien juega al escondite.
A su inocencia todo me remite,
era ave fiel de claridad cantora,
hoy su verso de miel saluda y llora
al duelo que mi fe serena admite.
En las profundidades de esta ausencia
se empeña el corazón en seguir vivo
y observa en su funámbula osadía,
que a sus alas ha roto la inclemencia,
que no existe la fuerza ni el motivo
para enfrentar la luz del nuevo día.
Mardy Mesén R.
San José, Costa Rica.
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